Encuadernación japonesa a manta

Encuadernación con cosido japonés
(17,5 x 11 cm.)

Decinueve libretas con cosido japonés simple. Perfectas para llevar en la bolsa de mano o como libreta de apuntes en el estudio o en la mesa de despacho. El lomo y tapa posterior es de tela de guaflex y la tapa superior es de papel de origami laminado. Todas diferentes, todas únicas.

Camino

"Camino. Libro de viaje"

Proyecto de encuadernación, 2011
(Estuche blando que contiene en su interior dos tacos con tornillo de rosca encuadernador y mapa desplegable para el viaje)

"El verdadero viajero no debe tener meta alguna. En ese caso, será el viajero perfecto"

Gao Xingjian
La montaña del alma

La gran ola de Kanagawa

La gran ola de Kanagawa (1930-1833)
Grabado, 27 x 37 cm.
Katsushika Hokusai
Museo Metropolitano de Arte, New York

Del molde utilizado de "La gran ola" se realizaron varias miles de copias, muchas de las cuales llegaron a manos de coleccionistas europeos. A partir de la década de 1870 las estampas japonesas o Ukiyo-e se volvieron muy populares entre artistas y coleccionistas franceses.

"Kanagawa oki nami ura", forma parte de la serie de 46 planchas de "Trenta y seis vistas del monte Fuji" (Fugaku sanju-rokkei)

"..., Hokusai utiliza con habilidad las técnicas europeas para obtener una ilusión espacial, introduciendo los principios de la perspectiva occidental. Así, su famosa "La gran ola de Kanagawa" aparece en primer término, mientras que el volcán, es sólo un detalle minúsculo en el horizonte, está muy subordinado en la escena, donde los pescadores corren el peligro de zozobrar en un mar desatado. El dinamismo de la composición permite poner en relieve la fragilidad y la insignificancia de la vida humana delante del poder destructor de la naturaleza."

Texto de Jocelyn Bouquillard. Extraído del catálogo de la exposición:

Ukiyo-e. Imágenes de un mundo efímero
(Grabados japoneses de los siglos XVIII y XIX de la Bibliothèque Nationale de France)
Fundación Caixa Catalunya. Barcelona

Vacaciones en Roma

Vacaciones en Roma pasadas por agua, todos los días y a todas horas, sólo faltó meterse en la Fontana di Trevi como hizo Anita Ekberg en "La Dolce Vita" de Federico Fellini y decir encantada de la vida : "¡Marcello, Marcello!" al señor Mastroianni