"Escupiré sobre vuestra tumba"
(Collage, 2010)
Mar Sánchez
(Collage, 2010)
Mar Sánchez
"Entonces le hable:
-¿Siempre te produce el mismo efecto, acostarte con negros?
No contestó. Estaba completamente idiotizada.
- Porque yo, de negro, tengo más de una octava parte.
Volvió a abrir los ojos y yo me eché a reír. La tía no entendía nada de nada. Entonces se lo conté todo; quiero decir, toda la historia del chico y como se había enamorado de una niña, y como el padre y el hermano de la niña se habían ocupado de él en consecuencia; le expliqué lo que había querido hacer con Lou y con ella, hacer que pagaran dos por uno. Busqué en mi bolsillo y encontré el reloj de pulsera de Lou, se lo enseñé y le dije que lamentaba no haberle traído un ojo de su hermana, pero que estaban demasiado estropeados tras el pequeño tratamiento de mi invención que les acababa de aplicar.
Me costó decir todo eso. Las palabras no acudían a mi boca. Jean estaba allí, tendida en el suelo, con los ojos cerrados y la falda levantada hasta el vientre. Volví a sentir la cosa que me subía por la espalda y mi mano se cerró en su garganta sin que pudiera evitarlo; me corrí. Fue tan fuerte que la solté y casi me puse en pie. Tenía ya la cara azulada, pero no se movía. Se habría dejado estrangular sin ofrecer resistencia. Aún debía de respirar. Cogí el revolver de Lou de mi bolsillo y le pegué dos tiros en el cuello, casi a quemarropa; la sangre brotó como un caldo espeso, lentamente, a borbotones, con un ruido húmedo. De sus ojos no se veía más que una línea blanca entre los párpados; tuvo una contracción y creo que se murió en aquel momento. La volví para no verle más la cara, y, estando ella aún caliente, le hice lo que ya le había hecho en la cama.
Creo que me desmayé inmediatamente después; cuando volví en mí estaba fría del todo, e imposible de mover. Entonces la dejé y me fuí hacia el coche. Apenas podía arrastrarme; me pasaban cosas brillantes por delante de los ojos; cuando me senté al volante, me acordé de que el whisky se había quedado en el Nash, y la mano se puso a temblar otra vez." (págs. 162-163)
Escupiré sobre vuestra tumba
Boris Vian
Traducción: Jordi Martí Garcés
Editorial Edhasa. Col. pocket edhasa
Barcelona. 1992
-¿Siempre te produce el mismo efecto, acostarte con negros?
No contestó. Estaba completamente idiotizada.
- Porque yo, de negro, tengo más de una octava parte.
Volvió a abrir los ojos y yo me eché a reír. La tía no entendía nada de nada. Entonces se lo conté todo; quiero decir, toda la historia del chico y como se había enamorado de una niña, y como el padre y el hermano de la niña se habían ocupado de él en consecuencia; le expliqué lo que había querido hacer con Lou y con ella, hacer que pagaran dos por uno. Busqué en mi bolsillo y encontré el reloj de pulsera de Lou, se lo enseñé y le dije que lamentaba no haberle traído un ojo de su hermana, pero que estaban demasiado estropeados tras el pequeño tratamiento de mi invención que les acababa de aplicar.
Me costó decir todo eso. Las palabras no acudían a mi boca. Jean estaba allí, tendida en el suelo, con los ojos cerrados y la falda levantada hasta el vientre. Volví a sentir la cosa que me subía por la espalda y mi mano se cerró en su garganta sin que pudiera evitarlo; me corrí. Fue tan fuerte que la solté y casi me puse en pie. Tenía ya la cara azulada, pero no se movía. Se habría dejado estrangular sin ofrecer resistencia. Aún debía de respirar. Cogí el revolver de Lou de mi bolsillo y le pegué dos tiros en el cuello, casi a quemarropa; la sangre brotó como un caldo espeso, lentamente, a borbotones, con un ruido húmedo. De sus ojos no se veía más que una línea blanca entre los párpados; tuvo una contracción y creo que se murió en aquel momento. La volví para no verle más la cara, y, estando ella aún caliente, le hice lo que ya le había hecho en la cama.
Creo que me desmayé inmediatamente después; cuando volví en mí estaba fría del todo, e imposible de mover. Entonces la dejé y me fuí hacia el coche. Apenas podía arrastrarme; me pasaban cosas brillantes por delante de los ojos; cuando me senté al volante, me acordé de que el whisky se había quedado en el Nash, y la mano se puso a temblar otra vez." (págs. 162-163)
Escupiré sobre vuestra tumba
Boris Vian
Traducción: Jordi Martí Garcés
Editorial Edhasa. Col. pocket edhasa
Barcelona. 1992
No hay comentarios:
Publicar un comentario